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Estrella Blanca: El Pastor de las Montañas Albanesas

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“Kali i mirë bën edhe kalorësin të mirë.”

 

 “Un buen caballo hace incluso a un buen jinete.”

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- Badhryl

Durante mi viaje por las montañas del sur de Albania, me encontré con una interrupción que me obligó a reducir la velocidad: un rebaño de ovejas, sin prisa y sin preocuparse, cruzaba la carretera. Detrás de ellas, un pastor, con su rostro bronceado y surcado por el sol y los años, marcado por la serena dignidad de quien ha pasado la vida al aire libre. Levantó la mirada, me saludó amablemente, tratando de apurar al rebaño para dejarme pasar.

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Me orillé, tomé mi cámara, salí del carro, y sin saber bien cómo me iba a comunicar, solo tuve la esperanza de compartir una conversación con aquel caballero.

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Intentando pedir permiso solo con gestos y mi albanés inexistente, levanté la cámara en un gesto silencioso. Sus mejillas, ya enrojecidas por el sol, se encendieron aún más, revelando su timidez; pero aun asi, me dio un pequeño asentimiento de aprobación.

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Al ver nuestro intercambio y notar nuestra mutua dificultad para comunicarnos, un joven que pasaba se acercó amablemente y se ofreció a interpretar. Gracias a él, supe que el nombre del pastor era Bardhyl, que significa “Estrella Blanca” en albanés. Su fiel perro viejo, Zeka, vigilaba el rebaño desde atrás, mientras su paciente mula, Lume —“río”— esperaba con calma el siguiente tramo del recorrido.

Bardhyl habló de su vida en las montañas y del profundo vínculo, que compartía con sus animales. Su larga amistad se hacía evidente en la manera en que interactuaban —en cómo lo escuchaban, y cómo lo seguían. Años de soledad, caminatas largas y silencios compartidos, los habían unido en una estrecha complicidad.

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Los animales no eran simplemente herramientas de trabajo: eran compañeros, aliados y, en muchos sentidos, su familia. Me contó cómo Zeka estaba con él desde cachorro, que nunca se alejaba mucho y que conocía el ritmo del rebaño mejor que cualquier humano. Lume también lo había acompañado a través de valles y estaciones, con una fuerza silenciosa que reflejaba la suya propia. Las ovejas, dijo, reconocían su voz y su estado de ánimo, respondiendo no solo a sus órdenes, sino también a la forma en que se movía entre ellas.

Siendo alguien que siente un profundo amor y respeto por los animales, presenciar ese vínculo me conmovió profundamente. Había algo universalmente tierno en la forma en que coexistían juntos, hablando un lenguaje que iba más allá de las palabras.

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Como necesitaba continuar mi camino, agradecí sinceramente a Bardhyl y le prometí imprimir sus fotos y, a través de nuestro intérprete —que sabía dónde vivía—, hacérselas llegar. Pareció contento con mi ofrecimiento, y con un último saludo, lo vi continuar su viaje por el sendero montañoso junto a Zeka, Lume y su rebaño.

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Este breve pero significativo encuentro, hecho posible por la amabilidad de un desconocido que sirvió de puente, dejó una huella imborrable en mi viaje —una de esas conexiones inesperadas que siempre enriquecen el alma de quien viaja.

© 2023 El mundo a través de mis ojos por Heidy Martinez

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